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Desmontando la islamofobia

Escrito por Ana Adela Rubio Moreno el Jueves, 26 Febrero 2015

Uno de los principales argumentos de los islamófobos es que el Islam promueve la violencia. Reza Aslan lo rebate. “Hay monjes budistas en Myanmar masacrando a mujeres y niños, ¿promueve el budismo la violencia? Por supuesto que no." La islamofobia se está convirtiendo en una de las mayores amenazas para la convivencia y la cohesión social en Europa.

Kofi Annan, ex Secretario General de la ONU, señaló que cuando el mundo se ve obligado a acuñar un término para nombrar una nueva forma de intolerancia dentro de la sociedad, ello supone un hecho triste y preocupante, y que esto es exactamente lo que ha ocurrido con islamofobia. De acuerdo con el Consejo de Europa y el Comité sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial de la ONU entre otros, la islamofobia es una forma de racismo y xenofobia manifestada a través de la hostilidad, exclusión, rechazo y odio contra los musulmanes, sobre todo cuando la población musulmana es una minoría, algo que ocurre con mayor impacto en países occidentales.  

Argumentos utilizados por los islamófobos

Se ha sostenido que el Islam habría sido siempre la religión enemiga de Europa, desde las Cruzadas y la Reconquista en España, ahondando así en las diferencias culturales de la religión europea por antonomasia, el cristianismo, y la religión del Islam. Sobre esta diferencia de culturas, habló el politólogo Samuel Phillips Huntington, cuya obra ‘El choque de civilizaciones' fue, y sigue siendo, paradigma de aquellos que sostienen que efectivamente, el Islam y los musulmanes, se encuentran en contraposición con el mundo Occidental. Según Huntington el problema para Occidente no es el fundamentalismo islámico, sino el Islam, una civilización diferente cuya gente está convencida de la superioridad de su cultura y que además, está obsesionada con la inferioridad del poder de Occidente.

¿Es el Islam una religión violenta?

Pero a día de hoy la cuestión de debate que más se plantea es si el Islam es una religión violenta o no. Para contestar a esta pregunta es necesario cuestionarse, en primer lugar, si las religiones en sí mismas son violentas o incitan a la violencia, puesto que el Islam, no deja de ser una religión más. A esto mismo hizo referencia el profesor y escritor estadounidense de origen iraní Reza Aslan ante la CNN, donde respondiendo a por qué el Islam no es una religión violenta o pacífica, dio el siguiente ejemplo: “Hay monjes budistas en Myanmar masacrando a mujeres y niños, ¿promueve el budismo la violencia? Por supuesto que no. Las personas son violentas o pacíficas dependiendo de su política, su sociedad, la forma en que ven a su comunidad… la manera en que se ven a sí mismos”.

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Existen también razones políticas que podrían explicar la aparición de la islamofobia en países occidentales. Por ejemplo, el factor de la inmigración de ciudadanos de países musulmanes a Occidente, el conflicto palestino- israelí como causa que ayuda a incrementar, no solo el antisemitismo, sino también la islamofobia como afirman informes de la ONU de 2004 y 2007, así como el trabajo del profesor Matti Bunzl, la gubernamentalidad como necesidad de crear un enemigo común al pueblo para provocar la unidad del mismo (a saber, el Islam y los musulmanes serían, de acuerdo a esta teoría, el enemigo a combatir), y el ya mencionado choque de civilizaciones.

Consecuencias de la islamofobia

Tras el análisis de expertos e informes como Securitization and religious divides Europe Muslims in Western Europe after 9/11 de la Comisión de la UE, una de las primeras consecuencias que se extrae de la islamofobia, es la erosión del multiculturalismo. A este respecto, políticos como Angela Merkel o David Cameron ya se han pronunciado afirmando que el modelo multicultural ha fallado en Europa. Este multiculturalismo, cuya base estriba en la inclusión de las minorías en la sociedad, ha sido siempre criticado por políticos europeos tradicionalmente alineados a los sectores más ultraconservadores de la sociedad, como el caso del asesinado y controvertido político holandés Pim Fortuyn.

Otra de las consecuencias es la adopción de nuevas normas de seguridad y antiterroristas, normas que comenzaron a incrementarse desde los ataques terroristas del 11-S en Nueva York. En 2003 la ONU ya alertó de que la adopción de estas normas o la denominada guerra contra el terrorismo es, sin lugar a dudas, la consecuencia más notoria de los ataques mencionados, y que por otro lado, es de las consecuencias que más coarta la libertad y derechos de los ciudadanos de origen árabe y musulmanes. Sobre éstos, recae la sospecha de ser terroristas hasta el punto de provocar casos tan desafortunados como el incidente en Reino Unido contra el ciudadano brasileño Jean Charles de Menezes, que falleció tras 7 impactos de bala que recibiría de manos de la policía metropolitana británica porque los agentes pensaron que podría ser un terrorista musulmán suicida. En España, por otro lado, las nuevas normas de seguridad que el Gobierno del PP, con el apoyo del PSOE, quiere adoptar en materia de terrorismo yihadista, ya han sido criticadas por expertos en la materia de nuestro país, calificando esta medida como “vaga, imprecisa y excesivamente amplia”.

Otra consecuencia es el cambio en las políticas de migración, cuyos requerimientos se endurecen creando migraciones selectivas, como en el caso de Francia, o la exigencia de rellenar cuestionarios en relación a temas como la homosexualidad, libertad de expresión, promiscuidad, o matrimonios forzados, como ocurre en Alemania.

También ha alarmado la cierta tolerancia que diferentes políticos han mostrado a lo largo de Occidente en relación a la islamofobia, políticos alineados a cualquier ideología como demuestra el caso del político alemán Thilo Sarrazin, de centro izquierda, y que escribiría el libro Deutschland schafft sich ab (Alemania se desintegra), y en el que se puede leer “(…) los musulmanes en Alemania (turcos) son improductivos y tienen una disposición cultural y genéticamente hacia una inteligencia más baja”.

Discriminación

Pero sin lugar a dudas la consecuencia más destacable de la islamofobia es la discriminación y amenazas que sufren los musulmanes. En el caso de España, fue Amnistía Internacional (AI) la primera ONG internacional en alertar de esta discriminación. En su informe de 2012 titulado Choice and prejudice. Discrimination against Muslims in Europe (Elección y prejuicio. Discriminación contra los musulmanes en Europa), se señala que la población musulmana en España es del 2.7% si bien en 2030, no se espera que supere un 4%. No obstante, ya se han tomado medidas que discriminan o aíslan a la población musulmana de su inclusión en la sociedad española según AI.

En el informe citado, se denuncia, por ejemplo, la arbitrariedad con la que escuelas españolas prohíben el uso del velo (hiyab) a las alumnas musulmanas, privándolas así del derecho a la educación por el hecho de ejercer libremente su religión. Esta medida choca frontalmente con la propia Ley Orgánica de Educación 2/2006 así como Directivas europeas adoptadas por España, recayendo la principal crítica de AI en la falta de desarrollo normativo de estas leyes para su efectiva implementación. No obstante, las mujeres musulmanas son el blanco fácil de este modo de discriminación ya que el velo las identifica fácilmente. El tipo de discriminación que sufren las mujeres musulmanas que llevan velo, no solo se ciñe al ámbito educativo. Prueba de ello es la demanda que en la actualidad tiene interpuesta la abogada hispano-marroquí Zoubida Barik ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos al ser expulsada de la Audiencia Nacional por llevar el velo.

Otra de las denuncias que se hace es en relación a los lugares de culto, en concreto en Cataluña, donde AI recalca que a pesar de existir en la legislación herramientas que autorizan a los gobiernos locales a ceder espacios para construir edificios de culto, estos son denegados bajo el pretexto de que las mezquitas “son incompatibles con la tradición y culturas catalanas”.

Estos son algunos de los ejemplos que AI muestra sobre medidas que discriminan o aíslan a la población musulmana en España, al igual que en otros países de Europa de los que el informe también se hizo eco. De entre estos países, uno de los que más está dando que hablar es Alemania, donde los expertos denuncian que un islamófobo no puede ser, bajo ningún concepto, un ciudadano que defiende la democracia y los derechos humanos, al tiempo que difunde mensajes discriminatorios contra cierto sector de la sociedad, como ocurre con la formación política alemana PEGIDA (Patrióticos Europeos en contra la de Islamización de Occidente), partido anti- islámico de extrema derecha cuyas manifestaciones en contra de los musulmanes han alertado ya a las autoridades alemanas.